Casa Verde

Los peregrinos asiduos aún extrañamos la Casa Verde. El camino está lleno de lugares que se aprovechan del que está de paso, pues total… no va a volver. Sonia hacía todo lo contrario: hacía sentir a cada persona como si fuese un amigo cercano, como si estuviera en su casa. Más que un bar, Casa Verde era un templo a la amistad y al disfrute.

Ojalá clonaran a Sonia y el ambiente de la Casa Verde.
Buen camino siempre!

Sonia nos hizo sentir como si la conociésemos de toda la vida.
Buen "rollo" y positividad.
Todo en el local habla del Camino de Santiago,más que eso de los peregrinos que han pasado,muchos de ellos repiten visita y van dejando algún objeto simbólico en este "santuario" del Camino.
Ambiente peculiar y fuera de lo común que se agradece.
Buenos chupitos para continuar la ruta hasta O Pedrouzo

Hay tantos lugares en los que debes parar a respirar unos instantes en el Camino, que necesitaría un libro completo para poder desgranar todos y los sentimientos que en mí produjeron. Uno de ellos es la Casa Verde, de Sonia. A mitad de la penúltima etapa, antes de llegar a los pies de la catedral de Santiago, la Casa Verde es uno de aquellos lugares paganos que quedan prendidos en tus sentidos para siempre. Hasta que no subes sus escaleras no te das cuenta que no es un lugar de paso, como otros muchos del Camino. La Casa Verde tiene un cielo estrellado de camisetas de peregrinos, que han tratado de dejar un trozo de su propia historia en aquel lugar. Tiene las paredes llenas de mensajes, esquelas y notas toscas y a veces ilegibles, que dan ánimos o recuerdan a quienes ya no están. La música te eleva el ánimo. Pero sobre todo la Casa Verde tiene a Sonia, su anfitriona, una mujer que merece la pena conocer para llevarla siempre en la memoria de aquellos que dejaron una huella en tu alma.

Sitio peculiar, con encanto. Me ha encantado.
Cerveza fresquita, buena música y decoración muy especial 😍

Parada obligada antes de o pedrouzo comida casera pulpo etc de calidad y mucho agrado .

Sonia una crack, bocadillos espectaculares, magnífica música y no tiene desperdicios los chupitos con el ritual del brindis.

Siento mucho que haya cerrado. Uno de mis mejores recuerdos de todos los caminos fue entrar en A Casa Verde y ver la sonrisa de Sonia dandonos una cálida bienvenida, enmarcada entre dos posters maravillosos, uno del Principito y otro de Amelie Poulain , mi libro y una de mis pelis favoritas.
Bueno, y los bocatas un escándalo!! Todo buenísimo. Se nos hizo tarde porque éramos incapaces de salir de este oasis que Sonia se inventó en mitad del camino.

A todo esto, os hablo del año 2011...
Más de 700km después sigo recordándolo de forma especial.

La mejor definición es decir de este emblemático luger es llamarlo hogar del peregrino. Cariño y amabilidad es lo que recibes. Los precios son bajos y los bocadillos muy buenos y económicos. No dejéis de visitar Casa Verde, os encantará. Además podéis dejar vuestro recuerdo en el museo.