Hostal Casa Laplaza

Alojamiento inmejorable, ubicación excelente. Desayuno muy completo tanto si estas de relax como si vas ha realizar una buena caminata.
Trato excepcional a cargo de sus dueños, te harán sentir como en casa.
Que más se puede pedir...

Una auténtica CASA del Pirineo en la que te sientes muy reconfortado. Ricos desayunos buffet, con gran variedad de productos. No intentes llegar a su puerta en coche ya que todo el camino es estrechísimo. Aparca en puerta de la iglesia mejor.

La atención tanto al reservar por teléfono ( un mes antes y sin pedir nada ) como al llegar, un 10.
La habitación muy limpia y confortable.
El desayuno muy bueno y con productos de la tierra.
El pueblo muy bonito y poco masificado.
Muy recomendable para visitar el Pirineo o como punto de paso.

Precioso lugar. Muy amables. Una pena que ya no den de cenar. Lo recuerdo con nostalgia siempre.

Es un hostal de montaña con habitaciones sencillas pero limpias y con trato muy muy agradable. Lo mejor el desayuno, todo los productos del desayuno de la zona, buenísimo!!! La única pega que le encuentro es el acceso, nosotros no hemos tenido mucho problema porque eramos una pareja sin niñas pero si llevas mucha cosa y vas con niñas puede ser un problema porque el coche lo tienes que dejar abajo y para acceder al hostat hay que subir un calle bastante pronunciada, eso si la chica cuando le hemos preguntado por el tema, no has explicado que no podíamos subir el coche pero que si hacía falta bajaban a ayudarnos. Las vistas bonitas pero ya viene dado por la zona, el río pasa por el mismo pueblo.

Nos ha encantado! Habitaciones muy limpias, amplias y con mucho encanto. Muy amables en el trato. El desayuno abundante y muy rico. Sin duda para recomendar y volver.

Nos encanta el valle y nos encanta el hostal.
Se está muy bien, en nuestra habitación que tiene mucho encanto.
Estamos super a gusto y recomiendo venir aquí 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

Es un alojamiento con un encanto especial, decorado con mobiliario tradicinal de la zona y fotografias antiguas que reflejan lo dura que era la vida por estos lares hace poco más de medio siglo. La habitación perfecta aunque sin aire acondicionado (si lo tuviese se utilizaría muy poco), la comida exquisita con productos del lugar de primera calidad y la atención de diez por parte de todos.