El 28 de Enero del 2018 pasé en coche por la carretera de Alía al puerto de San Vicente. Entre los puuntos kilométricos 89 a 90 quedó a la izquierda una finca vallada. En la finca había un perro grande, blanco y negro con un collar naranja fosforito que destacaba a pesar de estar anocheciendo y que no paraba de ladrar al aire. La interpretación fue que estaba perdido y que había participado en alguna actividad de caza. Llamé al 112 para informarles. Saltó Castilla La Mancha, a pesar de estar en Extremadura. Durante la llamada volví un tramo de carretera para comprobar que el perro seguía allí ladrando. Pero esta vez lo encontramos intentando forzar la valla con el hocico para poder salir por debajo de ella. Mientras tanto, me pasaron con 112 Extremadura y en lugar de tomar los datos, el señor que me atendió se dedicó a juzgar mi llamada. En cualquier caso le dí los datos y le pedí que por favor, lo comunicara a la autoridad competente. Me comunicó que lo haría a la Guardia Civil de Alía. Sólo espero que el perro no siga allí y sancionen a los responsables que se despistaron y lo dejaron ladrando en la finca.
