Nunca antes en una Gasolinera Repsol había tenido tan mala experiencia. El empleado, por llamarle de alguna manera, ni respondió al saludo. Cerró la puerta delante de mis narices. Por lo menos responder al saludo, digo yo. Y ya no digo amablemente haberme señalado el cajero para ingresar y llenar el depósito. Con un gesto despectivo y andares de prepotencia salió a la calle, cojio su Mitsubishi y desapareció. No vuelvo más. Pero ya me cuidare de decírselo a mis conocidos. La gasolina la regalan, claro. Entiendo el porque algunos deberían estar en el paro.
Paco Mercader Blasco2 años atrás
Por fin un dependiente, un chico me atiende y me ayuda a poner gasolina. Muy amable.
Jose Vicente Dominguez Marco2 años atrás
Buena atención y servicio por parte de los trabajadores.
Muy amable.