Hotel Rural La Bolera

Es un hotel rural estupendo, bonito y con un servicio profesional muy amable. Las habitaciones muy limpias y el baño, perfecto. El desayuno muy bueno y casero, súper completo. La cena de menú está genial por 16€ incluidos postre y cafés con bebida. Nos encantó y es una opción para gente que guste la montaña por su paisaje.

He ido al restaurante dos días seguidos, el primer día elegí el menú y estuvo muy bien. El segundo a la carta y ha sido espectacular.
El sitio es muy bonito, el trato y el servicio fantástico. Muy recomendable

Estuvimos comiendo en el restaurante y todo estaba muy rico,la atención de los camareros fue buena y el local y ambiente agradable. En cuanto al hotel no puedo opinar porque no estuvimos alojados. El entorno nos gustó mucho,si volvemos por la zona repetiremos.

El pasado sábado estuvimos cenando un grupo de amigos y tengo que decir que el bacalao que nos pusieron estaba incomible, estaba blando, casi desecho, además de soso. Un pena porque el sitio es muy bonito y la mayoría de las veces que hemos ido hemos comido bastante bien, pero lamentablemente el otro día la calidad no era la misma.

Lugar muy acogedor y muy bonito.
Gente muy amable y la comida muy rica. Menú fin de semana 17€

Estuve tan solo merendando café y Fixuelos.
El sitio muy acogedor en un paraje natural impresionate, no dudaría en hospedarme en este lugar.

Fuimos a comer tras visitar la cercana Cervecera 12-70. Estuvimos estupendamente en una de las mesas de la amplia terraza, el día acompañaba.
La atención muy buena. Pedimos el menú del día, 17€ el fin de semana, y quedamos muy satisfechos. Garbanzos a la riojana, sopa de trucha y escalopines al Cabrales. Todo muy bueno.

Estuvimos el año pasado en el restaurante y nos gustó, pero este año la experiencia nefasta. Teniamos la mesa reservada para la una y media y puntuales llegamos al restaurante, solicitamos la mesa reservada a un camarero, al dirigirnos hacia ella, otro camarero empezó a bajar un gran parasol con lo que prácticamente nos quedábamos sin vistas, que es precisamente lo que buscábamos en este restaurante. Como la terraza estaba prácticamente vacía esperé a pedir al mismo camarero si podíamos cambiarnos de mesa pero después de un rato esperando sin poder localizarle, le hice dicha consulta a otro camarero, que después de consultarlo nos cambió de mesa. Pues bien, ya estábamos sentados cuando apareció el primer camarero dando voces y soltando todo tipo de improperios al ver que estábamos sentados en otra mesa, lo cual fue muy desagradable. Nosotros que íbamos a pasar una jornada tranquila y relajada en la montaña de León y nos vemos sin ninguna culpa con tal situación. Respecto a la comida nada que destacar. Una pena. No creo que volvamos.