Hotel Rural y Restaurante en Yanguas El Rimero de La Quintina

Comida totalmente casera había que esperar a que la calienten, lo único ese flan... Menú 18€, 1,5 el café y encima te ponen un chupito de pacharán. Buena atención de parte de Marisa. Recomendable

Fuimos a comer allí y nos quedamos con las ganas, entramos en el restaurante y encontramos a la señora sentada fumando y hablando con dos señoras y sin dar ninguna explicación y sin prestarnos atención nos dijo que no nos daba de comer.
Me parece que es una persona maleducada y falta de empatía con el público, así desde luego no se fomenta el turismo.
No se porque anuncian el restaurante en la entrada del pueblo y en Internet si después la señora no da de comer si ese día no tiene ganas de atender a nadie.
Nada recomendable no merece la pena subir toda esa calle en cuesta para luego encontrarte con ese recibimiento

No encontramos el comedor ocupado por tres personas en una mesa pequeña a las 21:45. La señora no me prestó mucha atención. No nos dió de cenar a 4 adultos y 4 niños. Tuvimos que cenar en un merendero algo que llevábamos en el coche.
No me dieron ninguna explicación. Solo que no me daban.
Una pena, mala experiencia.

Llamamos varias veces por el teléfono y ni lo cogieron, paramos expresamente en el pueblo para ir al restaurante que tenía buenas valoraciones. No eran ni las 2 de la tarde y entramos a preguntar para comer 4 personas, la buena señora con el delantal puesto estaba sentada en el jardín fumando con otras dos señoras y dijo que no, sin ninguna explicación, como cocinera no sé, como anfitriona un 0, muy desagradable, no debía tener ganas de trabajar.

Estuvimos tomando unos cafés haciendo una pausa y nos pareció un lugar muy bonito. La dueña nos dio un poco de conversación, muy amable en todo momento. Un acierto!!!!

Comida casera y ambiente como en casa de una tía. Sitio no muy grande, mejor reservar.
El menú no está pensado para niños de gustos poco variados (a mí, los macarrones me suelen sacar de apuros), conseguimos que nos preparara unos platos combinados para ellos de filetes de pollo, patatas fritas y huevo.

Lugar con encanto, desde que entras. El servicio es cercano y atento y la comida casera de 10. Nada más que añadir. La visita es imprescindible así como la experiencia

Vimos buenas reseñas de este lugar, lo cual fuimos para allá. La dueña nos comentó que tenía cerrado porque tuvo un percance. Le preguntamos entonces dónde podríamos ir a comer. Sin dudarlo nos ofreció su menú desinteresadamente. Probamos su guiso de garbanzos. Exquisito. Trato excepcional y comida muy sabrosa, de las que ya no quedan. Recomendado a todo aquel que pase por semejante paisaje. Volveremos. Gracias Marisol.