Ruinas bien conservadas y muy bonitas de ver. Se visitan bastante rápido pero merece mucho la pena acercarse a verlas.
Enrique Hernandez2 años atrás
La aparición de la industria de salazón se remonta a finales del siglo XVIII, pero se consolida en el XIX y se mantiene con cierta importancia hasta el primer tercio del siglo XX. En Galicia el principal pescado preservado en salazón, fue la sardina y su actividad productiva se limitaba al periodo entre junio y enero aproximadamente.
El gran desarrollo de esta industria estuvo ligado a la llegada de los fomentadores catalanes a finales del siglo XVIII. Además la mayoria de la producción de salazones tuvo como destino principal el Levante español. El transporte casi siempre se hacía por mar.
Hubo dos grandes sistemas de producción: el gallego y el catalán. En el método gallego, el pescado se descabezaba y evisceraba manualmente, unidad por unidad; después se introducían las sardinas en pilos o lagares llenos de sal durante 24 horas para, después, ser introducidas en barriles y separadas en filas por buenos puñados de sal con el fin de que no se tocasen, comercializándose sin prensar. Al no extraerse la grasa, la sardina era una mercancía perecedera porque en contacto con el aire se oxidaba pronto, tomando un color amarillento (además no resistía climas más calurosos, corrompiéndose al ser trasladada al mediterráneo).
El sistema catalán no limpiaba y salaba la sardina pieza por pieza, sino que se echaba entera sobre grandes lagares llenos de agua con sal, en los que cabían entre 100 y 150 mil piezas. Allí se dejaban entre 15 y 30 días. Después se sacaban y se ventilaban y, a continuación, se preparaban para prensar (con este prensado se extraía la grasa, con lo cual el producto era más duradero). Por último se procedia al cierre de los toneles, cubriéndose la última capa de sardinas con cartón o papel grueso y asentando en ella la tapa de madera. Además de la transformación de pescado, en estas fábricas, se llevaba a cabo la construcción de toneles de madera.
En cuanto a la forma de las fábricas, era necesario que tuvieran una determinada arquitectura, con espacios amplios y despejados para realizar el trabajo y almacenar la producción: las principales partes eran la zona de producción (con los lagares y las prensas), los depósitos de grasa, los almacenes de sal, el taller de carpinteria y una zona para el tratamiento de las redes. En cuanto a la organización del trabajo, es destacable que las mujeres se incorporaron masivamente a esta actividad, porqué era una de las pocas salidas laborables que ofrecía el mercado regional (una fábrica de tamaño medio, solía emplear en torno a 20 mujeres, oscilando el número de hombres entre 4 y 8)
En la localidad de San Cibrao nos encontramos con parte de esta antigua industria, todo ello recogido en el Ecomuseo Terras de Azul Cobalto. Desde la Playa de O Torno se puede contemplar los restos restaurados de las fábricas de salazón y aserraderos de Don Julián. Las sardinas de nuestros mares tenían también al otro lado de la península esperando a los impacientes pilos de otra fábrica de salazón, a la que se le llama "Castillo Marino", que se levanta y mira con galones históricos, autoritarios y de poder hacia la Playa de Cubelas y sus bañistas.
Santiago Borrazás2 años atrás
Interesante visita
Adrian Panadero Martin2 años atrás
Edificio singular restaurado corresponde a una antigua fábrica de salazones del siglo XIX el entorno está muy cuidado y junto a ella hay una playa en la que confluye la desembocadura de un río y la entrada del mar. Enfrente un parque bien cuidado con esculturas simbólicas y una pista para los skates. Mantiene la Torre perfectamente y los muros. Detrás de puede divisar la Torre de Alcoa la fábrica de aluminios, que en opinión de algunos afea el paisaje. Yo no pienso lo mismo es una industria referente que da muchos puestos de trabajo.
Charo Perez Torrego2 años atrás
Hay un bonito paseo hasta allí por la orilla de la ría, y en los paneles informativos se puedr aprender acerca del proceso de salazón de las sardinas.
K2 años atrás
Restauración de las antiguas fábricas de salazón y de la serreria. Bien cuidado aunque los vándalos hacen daños.
Brian2 años atrás
Bonito paisaje pero una serie de irrespetuosos se dedican a hacer botellón, contaminando la zona.
Una pena que el concello haga la vista gorda.
El gato con gafas2 años atrás
Un lugar muy bonito, el sendero que tiene al lado es muy bonito y está bien cuidado
El gran desarrollo de esta industria estuvo ligado a la llegada de los fomentadores catalanes a finales del siglo XVIII. Además la mayoria de la producción de salazones tuvo como destino principal el Levante español. El transporte casi siempre se hacía por mar.
Hubo dos grandes sistemas de producción: el gallego y el catalán. En el método gallego, el pescado se descabezaba y evisceraba manualmente, unidad por unidad; después se introducían las sardinas en pilos o lagares llenos de sal durante 24 horas para, después, ser introducidas en barriles y separadas en filas por buenos puñados de sal con el fin de que no se tocasen, comercializándose sin prensar. Al no extraerse la grasa, la sardina era una mercancía perecedera porque en contacto con el aire se oxidaba pronto, tomando un color amarillento (además no resistía climas más calurosos, corrompiéndose al ser trasladada al mediterráneo).
El sistema catalán no limpiaba y salaba la sardina pieza por pieza, sino que se echaba entera sobre grandes lagares llenos de agua con sal, en los que cabían entre 100 y 150 mil piezas. Allí se dejaban entre 15 y 30 días. Después se sacaban y se ventilaban y, a continuación, se preparaban para prensar (con este prensado se extraía la grasa, con lo cual el producto era más duradero). Por último se procedia al cierre de los toneles, cubriéndose la última capa de sardinas con cartón o papel grueso y asentando en ella la tapa de madera. Además de la transformación de pescado, en estas fábricas, se llevaba a cabo la construcción de toneles de madera.
En cuanto a la forma de las fábricas, era necesario que tuvieran una determinada arquitectura, con espacios amplios y despejados para realizar el trabajo y almacenar la producción: las principales partes eran la zona de producción (con los lagares y las prensas), los depósitos de grasa, los almacenes de sal, el taller de carpinteria y una zona para el tratamiento de las redes. En cuanto a la organización del trabajo, es destacable que las mujeres se incorporaron masivamente a esta actividad, porqué era una de las pocas salidas laborables que ofrecía el mercado regional (una fábrica de tamaño medio, solía emplear en torno a 20 mujeres, oscilando el número de hombres entre 4 y 8)
En la localidad de San Cibrao nos encontramos con parte de esta antigua industria, todo ello recogido en el Ecomuseo Terras de Azul Cobalto. Desde la Playa de O Torno se puede contemplar los restos restaurados de las fábricas de salazón y aserraderos de Don Julián. Las sardinas de nuestros mares tenían también al otro lado de la península esperando a los impacientes pilos de otra fábrica de salazón, a la que se le llama "Castillo Marino", que se levanta y mira con galones históricos, autoritarios y de poder hacia la Playa de Cubelas y sus bañistas.
Una pena que el concello haga la vista gorda.