Museo de la Catedral de Murcia

Después de ver la espectacular Catedral, nos encontramos con el Museo dentro de la misma. Muy cuidado y con piezas dignas de ver. Recomendable.

Es increíble ver cómo hemos avanzado a lo largo de la historia , muy recomendado

De visita obligada si estás en Murcia y quieres conocer más sobre su arte y si historia. La propia Catedral ya es un lugar que hay que visitar pero si tienes tiempo su museo es muy interesante también porque contiene piezas de gran valor artístico e histórico que serán una delicia para todo aquel que quiera saber más sobre nuestra ciudad y su patrimonio.

Gran museo digno de visitar

Historia pura

Me encanta la entrada del museo, donde han colocado cristales transparentes que te permiten ver restos arqueológicos que se encuentran debajo. El contenido del museo es interesante, incluso para los que no disfrutan mucho de la historia eclesiástica.

Muy buena experiencia,tendría que ser de obligado cumplimiento para cualquier persona que visite murcia o sea de la ciudad ,el guia que acompaña es bueno,lo único que se podría hacer en la catedral es de alguna forma tapar esas pintadas que hay a lo largo de la subida ya que queda bastante mal aunque esté cometido no pertenezca a estos pero hay que presionar de alguna forma

Si pasas por la Catedral de Murcia, no puedes dejar de visitar su Museo Catedralicio, el cual te permite adentrarte aun más en el pasado de la misma ya que conserva parte de sus claustros góticos originales (incluyendo algunos de los frescos que cubrían sus paredes) y los restos de la mezquita sobre la que se construyó.

Se pueden apreciar además excelentes muestras de pintura gótica (Bernabé de Módena), renacentista (Hernando de Llanos) y barroca (Lucas Jordán), así como 3 maravillosas tallas del maestro de la escuela murciana Francisco Salzillo, probablemente el escultor religioso español más destacado del siglo XVIII (sólo basta ver su escultura de San Jerónimo, que transmite el sentimiento y el dolor de este padre de la Iglesia, pudiéndose casi palpar la tensión de sus músculos y sentir en el pecho el golpe de la piedra con la que se martirizaba, incluso hasta el hematoma en esa zona está fielmente representado).