Restaurante Orella

Los mejillones muy buenos y la oreja es muy distinta a como la había visto siempre. Es cocida en vez de frita pero esta muy buena y jugosa. Te Dan el tarro de pimentón picante para que la.pongas a tu gusto. El sitio es pequeño pero está mono.
Quizá solo me hubiera gustado más si el señor que nos atendió no hubiera sido tan seco. El local estaba vacío cuando llegamos así que no era porque estuviera estresado. Aún así fue correcto

DÓNDE: Santiago de Compostela
CRÍTICA: Fuimos porque nos hablaron unos amigos de que tenían muchos platos sin gluten. He de decir de que estaba todo muy rico pero tengo que quitar 2 estrellas y os explicaré el motivo. Nos trajeron pan sin preguntar (yo creía que venía incluido) y a la hora de traernos el ticket nos llevamos la sorpresa de que nos cobraron 2 raciones (2€). Me gustaría que preguntarán antes de servir pan porque:
-1°: no queríamos pan
-2°: uno de nosotros era celíaco por lo que tampoco era el pan adecuado y se le ha cobrado su ración.
Para otra avisaremos antes de que nos pongan el pan para que se lo lleven.
No se pueden pedir medias raciones.
PRECIO POR PERSONA: Asequible.

La oreja es el plato estrella y además el que más me gustó. Sin embargo el resto de los platos fueron de lo peor que he probado. La zamburiñas estaban muy hechas, el pulpo insípido (faltaba sal) y muy poco hecho (duro), la zorza no era el picadillo que esperaba, parecían una carne de pinchitos sobre patatas congeladas, no puedo comparar con otra ya que no he comido y los chicharrones con queso, podrían salvarse, curiosos para probarlo una vez.

Volvería solo a por la oreja

Lo mejor, la oreja. Como siempre la he comido cada vez que he ido a Santiago. Croquetas muy ricas. Las raciones me han parecido pequeñas, con poca cantidad, aunque estaban ricas. Lugar mítico, aunque no es el orella de hace 20 añitos.
Eso sí... No te vayas sin probar la oreja.

Todo estaba muy rico y la relación calidad-precio nos pareció brutal. Conseguimos reservar dos mesas para 14 a pesar de llamar 15 minutos antes, y salimos todos muy contentos. Muy buena calidad de productos y buen servicio. El vino estaba muy rico también

No se como expresar lo muchisimo que nos gustó este restaurante, madre mia!!!
Empezare por el local, el tipico de pueblo de toda la vida, poquitas mesas, un espacio mas que suficiente y aunque al entrar es estrecho donde estan las mesas esta muy bien. Eso si, reservar mejor porque puede llenarse en un abrir y cerrar de ojos.
Los camareros excepcionales, muy amables, serviciales y simpaticos y con sentido del humor.
La comida se lleva la palma, no puedo dar mas que 5 estrellas porque sino ya te digo que le daba 6 estrellas 😅
Las mejores zamburriñas de todo Santiago (y mira que probamos muchos sitios donde tb estaban muy bienas la verdad).
La empanada estaba espectacular, y los berberechos increibles. Aunque a mi lo que me encantó fue la orella. Aviso: el pimenton que traen es picante, yo pensé que era dulce y bueno digamos que suerte que me gusta el picante 😂😂 El camarero cuando me vio me preguntó si me gustaba mucho el picante porque vió k me estaba pasando y le dije la verdad y nos pegamos todos unas buenas risas.
Y el precio me parecio muy muy bien de precio para la alta calidad del producto. Adjunto foto de la factura tb.
Esta claro que me sorprendió gratamente, os deseo que sigais asi por muchos años porque pienso volver!!!!

La oreja de cerdo muy buena,sorprendía. El chicharron con queso no lo conocia, bien probarlo una vez. El pulpo muy duro y soso. Las zamburiñas de las peores que he comido. La zorza con patatas era como los pinchos, no lo que esperaba, pero no puedo comparar, no lo habíamos comido hasta hoy. Solo recomiendo este sitio por la oreja.

Hay mil sitios donde tapear en Santiago, pero este sin duda ha sido nuestro 🔝😍 Trabajan con producto fresco y de calidad, y eso marca la diferencia. Con cada consumición te ponen una tapa de oreja cocida a la que puedes añadir algo de picante ( o no ) Como algo tan sencillo puede estar tan rico??? Preparan un jamón al horno realmente sabroso! Un imprescindible en Santiago