Etxebertzeko Borda

Un lugar al que accedes después de transitar una carretera sinuosa y bastante estrecha asi que vete cargado de paciencia 😄. Nosotros reservamos para comer en la terraza exterior. Camarero muy amable y profesional. Se puede hacer una ruta corta a un antiguo Molino,es muy bonita, se accede desde el aparcamiento, para hacer hambre. Hay un frontón. Comida abundante, casera y con precios asequibles. Recomiendo las truchas a la navarra, que son muy frescas.

Hicimos una caminata desde Etxalar 7km y visitamos este sitio famoso por sus Truchas. Se come muy bien, precio razonable. A mi particularmente no me gustan mucho las Truchas, creo que las prefiero al ajillo que con jamón y queso. Pero en general todo bien, sobretodo la atención y la ubicación. Producen sus propios huevos, pollos y truchas.

Estaba todo muy rico, a destacar las truchas que son su especialidad, estaban perfectas. Buen producto y cantidad generosa. Precio correcto: comimos tres personas por 68 eur.

El queso del postre era casero y estaba increíble, así como la cuajada (la mejor que he comido, casera y original).

La ubicación es complicada para llegar, pero vale la pena la experiencia conjunta de comer en la Borda y hacer el paseo al Infernuko Errota.
No le doy 5 estrellas porque no tenían algunos platos y las croquetas no parecían caseras.

Muy buen servicio y atención del comedor.

Llegar aquí bien merece la pena a través de 10kms de una carretera con un paisaje espectacular. Justo detrás comienza la ruta hacia el Molino del Infierno. Este sitio es el mejor lugar posible para reponer fuerzas, y creo que es pecado no probar las truchas (son tipo sardina) que estaban de muerte (10€); así como la tarta de queso. Relación calidad/precio muy buena y encima te tratan como en casa!

Otro de esos rincones que no habríamos tenido la grandísima suerte de conocer de no habernos hecho la recomendación una pareja de lugareños ¡Y menudo acierto! Llamamos para reservar y tuvimos suerte. Es un rincón perdido en la montaña al que no llegarías si no supieras donde vas, y tiene dos cosas increíbles: una comida ESPECTACULAR y una paseo por la zona de vistas increíbles.

Respecto a la comida, sería delito que fueras y no probaras las truchas ¡vas a flipar! La carne también está de escándalo y el foie. Vamos que no hay plato malo. Nos dejamos asesorar con el vino y fue todo un acierto de principio a fin. La atención extraordinaria, el camarero se hacía más pasos que un reponedor de pasillo trayendo platos a la terraza y en todo momento con buena disposición y una sonrisa.

Un sitio muy recomendable del que te irás sonriente, satisfecho y muy bien comido.

Restaurante ubicado en un entorno increíble, rodeado de naturaleza, reservamos por su proximidad al molino del infierno, la decepción vino al sentarnos a comer, servicio amable pero muy, muy lento. En cuanto a la comida, las truchas buenas pero muy pequeñas, a destacar el paté casero y los pimientos de piquillo rellenos, el resto de platos ni fu ni fa, teniendo en cuenta su ubicación, una pena

Un lugar escondido, pero que recompensa de sobra el viaje. Un salón pequeño y acogedor, mesas con manteles de tela a cuadros, y una carta no muy amplia pero con un producto extraordinario y cocinado con muchísimo esmero. Disponen de trona para niños.
Tomamos una ensalada templada de rape y gambas muy buena, unas croquetas de queso y jamón, y una sopa de pescado exquisita. De segundo, revuelto de setas, unas truchas muy delicadas y una chuleta fantástica. En el postre, el gran descubrimiento de una cuajada que quita el hipo, así como unas mousse de limón muy ricas.
El precio, super ajustado (menos de 20€ por cabeza, en nuestro caso), con una calidad excelente.
Si tienes opción de acercarte, no lo dudes. Además, la carretera estrecha y con muchas curvas, es un regalo de paisaje, para disfrutarlo con calma

Excelente restaurante con productos propios y de la zona, muy bien elaborados y con una atención estupenda.