Pitxó

Entorno, comida y servicio excelente. Un lugar encantador apartado, donde poder disfrutar de un menú delicioso, y unas vistas a la montaña envidiables.

La reserva se tiene que hacer con bastante antelación, pero vale realmente la pena.

Si duda para repetir.

Fuimos a comer allí un domingo,previa reserva.

Cosas+: comida muy buena.menu adulto por 22 eur,a elegir entre los platos que tengan en ese momento.CELIACOS: tienen pan sin gluten(que tuve que pedir...),guiso de carrillada muy bueno SG.postre coulant de chocolate también SG.el 1er entrante con picatoste de pan normal...el 2o entrante tortita de maíz con ensalada y carne muy bueno(la tortita fría de la nevera no combinaba muy bien)
Menú niños 12 eur.entrante albóndigas de puchero,plato arroz con pelotas de puchero muy bueno.postre bola chocolate con conguitos y barquillos,muy bueno también.
Lugar ideal para ir con niños.
Tranquilidad absoluta en plena naturaleza.

Cosas-: la tortita muy fría de la nevera para montar la tapa.no me avisaron del picatoste con gluten de la tapa.
Tuve que pedir dos roscas de pan SG al sacar el pan normal con allioli.
El precio del menú NO incluye la bebida.
Camino para llegar: puerto de montaña con carretera estrecha y caminos sin asfaltar.

Yo ya tres veces allí y me gusta mucho por qué me dar muy relajada y mirar a bosque y ver color mucho verdes y también ver campo tiene uvas mucho Preciosa y también comer todos muy calidad y también vino es típico mogente ay varios calidad depende precio pero la próxima más otra vez ir y nunca dejar ese me dar mi vida

Excelente entorno, una casa de comidas muy cuidada. La calidad de su comida es extraordinaria, comida totalmente casera, tienen buenos vinos de propia cosecha.

Lugar encantador, propio de una escena en la Toscana. Rodeado de vid, alejado del ruido y la carretera. El edificio es maravilloso, el servicio atento, amable y encantador. La comida deliciosa. Brutal el arroz al horno.

Como consejo: el acceso no es apto para coches bajitos.

Ambiente muy acogedor, entorno idílico (valle de viñedos entre montañas y pinares).
Fuimos en otoño.
La comida sabrosa y el servicio excelente.
Los gazpachos (del señorito 😝) deliciosos.

Un sitio muy bonito y acogedor. Es una casa de campo muy grande convertida en restaurante, lejos de los pueblos de alrededor, mucho sitio para que corran los niños. La unica pega que al estar rn el campo el camino esta un poco desgastado.

Comimos en el patio, y se estaba de maravilla, tranquilo y con vistas al viñedo.
La comida la adaptaron para vegetarianos y estaba deliciosa. Lo recomendamos, sobre todo después de visitar las bodegas de Celler del Roure.