Capilla de Luis de Lucena
Cta. San Miguel, 7, 19001 Guadalajara, España
4.3
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JRMP+JP Guadalajara, España
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Viernes: 10–14
Sábado: 10–14
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El principal interés del lugar son los frescos que adornan su bóveda, los cuales se realizaron, salvando las distancias, como los de la Capilla Sixtina de Roma.
Muy interesante descubrir su historia, su significado y tener la ocasión de verlos de cerca subiendo por la estrecha escalera de caracol situada al fondo.
Irónico descubrir que Luis de Lucena no fue enterrado aquí, a pesar de ser ese su deseo y construir un espacio tan precioso.
Sin duda, un imprescindible en Guadalajara.
En la segunda década del siglo XX, después de haber sido adquirida por el Estado, fue restaurada siguiendo el proyecto diseñado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco. Desde entonces sirvió de almacén de la Comisión Provincial de Monumentos para depósito de obras de arte, piezas artísticas y hallazgos arqueológicos. No obstante, no es hasta finales de siglo cuando es dotada de los necesarios elementos interpretativos para que se expusieran dignamente las yeserías de la capilla de los Orozco, las esculturas yacentes de Juan Sánchez de Oznayo y su mujer, y algunos fragmentos de los sepulcros de los condes de Tendilla.
La capilla disfruta de una rica simbología que se desarrolla tanto en sus elementos constructivos como decorativos, cuyo resultado final es un programa estético arriesgado: una licenza manierista, posicionada en la dialéctica abierta entonces sobre la traza, forma y dimensiones del primitivo y desaparecido templo de Salomón.
Al exterior tiene un carácter de fortaleza sugerido por los bastiones cilíndricos almenados, su basamento de sillería, la disposición de los ladrillos en el remate –simulando el trenzado de los cestones de zapa–, las aspilleras y las ventanas insertas en un alero de complicada geometría. Además, estas últimas, muestran en el canto de su vierteaguas calizo un salmo davídico.
Todos aquellos elementos y el material de construcción, más allá del ejercicio manierista, relacionan este lugar sagrado con las iglesias fortalezas del Mediodía francés, más que con el mudéjar hispánico.
Construida en el Siglo XVI por Luis de Lucena, insigne humanista que, impresionado por los frescos de la Capilla Sixtina del gran Miguel Ángel Bounaroti, decidió hacer algo parecido en esta capilla. Su disposición es del estilo del que fue Templo de Salomón.
Como decía, a imagen y semejanza del genio de Miguel Ángel, encargó pintar las bóvedas de la capilla, de frescos que cuentan el Antiguo Testamento, en especial, los libros del Éxodo y Deuteronomio, contando la historia de Moisés y los Reyes.
Las pinturas se atribuyen a Rómulo Cincinato. El mecenas, Luis de Lucena, nunca pudo ver terminado su sueño de las bóvedas pintadas, pues falleció antes de terminarse.
Merece la pena visitarla.
Tiene un parking público muy cercano y barato para poder visitarlos sin ninguna prisa.
Por fuera sin espectaculares sus columnas a modo de contrafuertes con un estilo neo mudejar que no dejan indiferente por la belleza de sus formas.
Debe estar restaurada recientemente pues su fachada se ve limpia y brillante, como si acabaran de haberla construido.
Sin duda una pequeña joya en medio de Guadalajara y de muy facil acceso para su visita.
La recomiendo al 100%